1/ Dar confianza a tu hijo y prepararle para la visita
Para el niño, el oftalmólogo es el “doctor de los ojos”. Sin embargo, un niño asociará una cita con el médico con el concepto de “enfermedad”, y a veces incluso de “dolor”. Así que puede que esté nervioso ante la idea de ir al médico. Por ello es necesario tranquilizarle, precisando que la visita al oftalmólogo es completamente indolora. Por otra parte, es importante que te muestres comprensiva ante comportamientos que denoten intranquilidad y búsqueda de protección, de hecho es muy posible que el niño permanezca sentado en tus rodillas durante la visita.
Si el oftalmólogo prescribe a tu hijo que debe llevar gafas puedes, por ejemplo, dejarle elegir el color y los dibujos de la montura. Prometerle esta pequeña recompensa constituirá más tarde un buen modo de animar a tu hijo a efectuar la visita.
Así que no hay ninguna razón para que el encuentro entre el oftalmólogo y el niño no sea un éxito. Ahora falta dejarse llevar…
2/ El desarrollo de la visita en el oftalmólogo
El oftalmólogo va a detectar los posibles problemas de vista de tu hijo. ¿Qué sucederá durante la visita? Si tu hijo está en edad reconocer formas, objetos o de leer, las pruebas de vista se efectuarán sobre esta base. En el caso contrario, existen máquinas que permiten medir la corrección necesaria para la vista del niño.
De esta manera determinarán si tu hijo tiene que llevar gafas o no. También es posible que el especialista pase por delante de los ojos del niño una fuente de luz para analizar pupilas, retina, etc.
¡Previamente a la visita, no dudes en explicar todo lo que puedas a tu hijo, eso le permitirá comprender mejor lo que le espera en su primera visita al oftalmólogo!